Gorkula

Listo para el Memorial Day Weekend.

Hoy ha sido el primer día del año que he sentido calor. Según el teléfono hemos alcanzado los 32°. He estado todo el día sudando.

El problema con Mark Zuckerberg ejerciendo un dominio total e irresponsable sobre las vidas digitales de 3 mil millones de personas no es simplemente que sea increíblemente malo en ese trabajo. El verdadero problema es que ese trabajo no debería existir. Nadie debería tener tanto poder. No necesitamos un mejor Zuck. Necesitamos abolir a Zuck.
Ahí es donde entra en juego la interoperabilidad.

The Internet Con — Cory Doctorow

internet

The truth vs Alex Jones, el documental que no necesitábamos

Llegué a este documental por una recomendación de El Algoritmo. Uno ya sabe que El Algoritmo no es de fiar, pero a veces se deja llevar y le hace caso.

Ya conocía a Alex Jones antes de La Recomendación. Es un tipo grandote que grita mucho, se pone rojo y suda en YouTube. Es una de estas personas que cree que el mundo tiene algo en su contra y se dedica a denunciar conspiraciones a diestro y siniestro.

A pesar de saber que el señor existía, nunca le había prestado atención. Pensaba que estaba en la cárcel o que le habían cerrado el canal. Se me ocurrió que sería buena idea hacer caso a La Recomendación de El Algoritmo para salir de dudas y me tiré en el sofá a ver el documental.

Antes de darle al play, mientras estaba en el baño, busqué algo de información. Encontré una entrevista al director que leí muy por encima. Leí que no era un documental que buscase el morbo.

Ya con el culo limpio fui al sofá, apunté a la tele con el mando y empecé el visionado.

Creo (digo creo porque lo vi hace dos días y ya ni me acuerdo) que empieza haciendo un breve repaso sobre la figura de Alex Jones. Sus inicios en la radio y cómo acaba creando y presentando su propio programa, InfoWars.

Para describirle, cuenta cómo Jones manda a unos colaboradores a buscar radiación a la costa Californiana y cómo se enfada cuando no encuentran nada. Aquí ya nos van diciendo que él va a hacer noticias de lo que le de la gana, sea cierto o no.

Cuando ya vemos de qué pie cojea, empieza ese morbo que se supone que no existía. El documental deja de centrarse en Alex Jones para centrarse en la masacre de Sandy Hook.

Se repiten los nombres de los fallecidos una y otra vez. Se muestran fotos de varios de los niños. Los padres aparecen llorando en repetidas ocasiones.

Todo esto tendría cabida si fuese un documental sobre Sandy Hook. Y yo no hubiese visto ese documental. Pero este era un documental de Alex Jones y yo quería verlo.

Alex Jones piensa y en cierto momento llegó a convencer según los cálculos al 24% de la población norteamericana, que el tiroteo nunca ocurrió. Que todo fue una actuación perpetrada por los que quieren acabar con el derecho a portar armas libremente.

Durante 10 años se dedicó a perseguir e instigar a todo el que tuviera algo que ver con el tiroteo. Especialmente familiares de los niños y profesores asesinados.

¿Y todo para qué? Para conseguir visitas en su programa de televisión y vender suplementos vitamínicos y otro tipo de merchandising. El tipo descubrió que diciendo barbaridades la gente entraba a verle y de paso se gastaba unos dólares en su tienda. Por los números que se pueden ver en el documental, un día normal podía facturar unos $40.000 y un día bueno podía multiplicar esa cifra por 6 o 7.

Dos terceras partes del documental (así a ojo) están dedicadas a los juicios que los familiares de los fallecidos llevaron a cabo contra Jones. El primero fue en Texas, con solo un padre y una madre. El veredicto fue una lluvia de millones para ellos. Para el segundo juicio se apuntaron el resto de familiares de las víctimas. El jurado dictaminó el pago de unos 1000 millones de dólares en compensación por el daño causado.

Uno pensaría que pedirían su entrada en prisión, su inhabilitación para hablar a un público, o cualquier cosa similar. Pero no. A juzgar por el documental solo pidieron dinero.

Por supuesto, Jones, que es un mentiroso nato, se declaró en bancarrota. El documental termina diciendo que en marzo de 2024 Jones no ha pagado un solo dólar y sigue presentando su programa.

Jones repite sin cesar que los juicios son una farsa y están guionizados y que él es la víctima. Le doy la razón en una cosa: los juicios son una farsa, pero él no es la víctima.

¿De qué sirve una sentencia judicial si no se puede cumplir?

El documental me pareció una pérdida de tiempo, morboso y estúpido. Por supuesto, no es nada objetivo y, aunque es imposible empatizar con Jones, la cámara se encarga de que cualquier atisbo de empatía, por pequeño que sea, se esfume.

Una cosa que me hizo pensar el documental es cómo en esta vida todos somos actores. Cómo la realidad no es lo que importa, sino cómo se relata y cómo se percibe.

Durante toda una década (seguramente más), Jones y sus ayudantes se dedicaron a sacar de contexto imágenes, videos y frases sobre lo ocurrido en Sandy Hook. Sin tregua.

documentales

Me he comprado calcetines de colores. Para el verano. Aunque son altos.