Adicto al café
Me bebo cualquier café que me echen. Prefiero el negro aguado, pero si le echas leche o sirope me lo bebo igual.
En casa molemos el café y usamos un french press. Esto es cosa de mi mujer. A mi me da igual de donde salga el café.
Desde que está embarazada ha disminuido su consumo de café. Me he estado bebiendo tres cuartos del café que preparábamos cada día.
Hace un par de semanas, por ansiedad y cafeína no pude dormir por varios días. Comí techo como un joven a la vuelta de la ruta del bakalao.
Esta semana decidí no tomar café. De lunes a jueves no podía mantenerme en pie. A las cuatro de la tarde ya no podía con mi alma. Tenía que echar una siesta. Y a las diez en la cama.
El martes me empezaron a doler las piernas. Las sentía súper pesadas. Como si hubiese pasado la noche corriendo y me hubiesen cambiado los huesos por tubos de plomo.
El viernes no podía más y me preparé un café. Más del que debería, seguramente. Aguanté todo el día sin siesta y me fui a dormir a las once.
Pero lo que me sorprendió es que descubrí por qué me dolían las piernas.
Antes de finalizar mi primera taza diaria de café me entran ganas de ir al baño. De lunes a jueves no lo hice. El viernes, en cuanto empecé a tomar el café fui corriendo al baño. Dejé aquello como la fábrica de chocolate de Charlie.
En cuanto me puse de pie el dolor de piernas había desaparecido.
En casa molemos el café y usamos un french press. Esto es cosa de mi mujer. A mi me da igual de donde salga el café.
Desde que está embarazada ha disminuido su consumo de café. Me he estado bebiendo tres cuartos del café que preparábamos cada día.
Hace un par de semanas, por ansiedad y cafeína no pude dormir por varios días. Comí techo como un joven a la vuelta de la ruta del bakalao.
Esta semana decidí no tomar café. De lunes a jueves no podía mantenerme en pie. A las cuatro de la tarde ya no podía con mi alma. Tenía que echar una siesta. Y a las diez en la cama.
El martes me empezaron a doler las piernas. Las sentía súper pesadas. Como si hubiese pasado la noche corriendo y me hubiesen cambiado los huesos por tubos de plomo.
El viernes no podía más y me preparé un café. Más del que debería, seguramente. Aguanté todo el día sin siesta y me fui a dormir a las once.
Pero lo que me sorprendió es que descubrí por qué me dolían las piernas.
Antes de finalizar mi primera taza diaria de café me entran ganas de ir al baño. De lunes a jueves no lo hice. El viernes, en cuanto empecé a tomar el café fui corriendo al baño. Dejé aquello como la fábrica de chocolate de Charlie.
En cuanto me puse de pie el dolor de piernas había desaparecido.
#café